viernes, 17 de agosto de 2012

Reflexiones veraniegas


Como es normal para casi todos, también yo aprovecho las vacaciones para hacer balance y reflexionar sobre lo que me ha sucedido durante el año: lo bueno, o que yo considero bueno; lo malo, o que yo considero malo; y lo que no ha tenido demasiada transcendencia, pero que analizado desde la distancia adquiere cierto significado y, que tal vez, de haber estado más atenta, habría entendido antes y obrado en consecuencia.

Este año no iba a ser menos, pero tal vez porque ha estado cargado de acontecimientos, o porque cumplir cincuenta años requiere una reflexión un poco más exhaustiva, ha sido un momento especial. Sea como sea, me he encontrado una vez más preguntándome porqué aquello en lo que tanto había trabajado, o aquello donde tantas ilusiones y entusiasmo había puesto, al final, no funcionó del todo bien, o sencillamente se truncó.

¿Qué he hecho mal?, ¿dónde me equivoqué?, ¿qué podría haber mejorado? Al final he llegado a la conclusión de que posiblemente me haya equivocado y haya hecho algunas cosas mal, seguramente podría haberlo hecho mejor, pero no todo depende de uno mismo y eso es algo que todos debemos aceptar. Predicar en el desierto, plantar en un terreno árido o nadar contra corriente no ayudará a que obtengas los resultados deseados.

La conclusión final ha sido que no importa que hagas las cosas bien, que pongas todo tu entusiasmo y esfuerzo, al final, si no es el momento, no estás en el lugar o con las personas adecuadas, el resultado no será el deseado. He intentado ser objetiva y evaluar si era sólo una excusa, pero no, no lo era; la vida da muchas vueltas, algunas veces no entiendes el significado de las cosas o las pruebas que aparecen en tu camino, sencillamente porque no estás suficientemente madura para entender las señales que recibes.

Recordé una frase leída recientemente “El destino decide quién entra en tu vida, pero sólo tú decides quién se queda”. Esta frase me dio mucho que pensar: si tienes claro un objetivo, un sueño, un deseo y sólo encuentras trabas o te sientes lastrada, posiblemente no sea el momento o el lugar, pero sobre todo, no estás acompañada de personas que vibran y sienten con la misma intensidad o en el mismo sentido que tú; por lo tanto, difícilmente llegarás a tu objetivo o tu sueño se realizará.

Posiblemente me equivoque una vez más, probablemente el camino sea más duro de lo imaginado, pero la madurez alcanzada los últimos años me debería capacitar para seleccionar dónde, cómo y, sobre todo, con quién.

Leí también estos días “No ilusiones con tus palabras si después vas a desilusionar con tus acciones”. Así que ya es hora de que luche por mis propios proyectos, de que haga realidad mis sueños, de que busque compañeros de viaje que quieran dirigirse a mi mismo destino, sólo así conseguiré que no llegue la decepción… Sé cuál es mi objetivo, veo claro el horizonte, sé cómo han de ser mis aliados, así que con más ilusión y fuerzas que nunca, y con la madurez experiencia conseguida en mis 50 años, empezaré el camino que me llevará por fin a hacer realidad mi sueño, un sueño que ya soy capaz de visualizar y transmitir a todos los que me acompañan…. Porque como alguien dijo alguna vez “creer es ver”

miércoles, 15 de agosto de 2012

El triunfo de los mediocres


EscribíaDavid Jiménez hace unos meses:

"Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel. Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.


Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.

Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.

- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.

- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política
internacional.

- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.

- Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.

Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.

Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad, y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.

Cuánta razón tiene David Jimenez. Auguro un oscuro pronóstico para los que somos padres de hij@s poco mediocres: o nos separamos de ellos viéndolos emigrar a otros países, o vemos como poco a ceden ante la maquinaria convirtiéndose en un borrego más que sigue al rebaño comandado por su pastor.

domingo, 5 de agosto de 2012

Tus mejores aliados




Siempre me ha molestado tener que aclarar malentendidos o dar explicaciones sobre rumores que no son ciertos o que han sido malinterpretados.

A raíz de mi salida de la ONGD con la que colaboraba hasta hace unas semanas, son muchas las personas que me han preguntado sobre mi ideario político. Una vez más aclaro, para todos los que no me conocen, que mis inquietudes no son ni serán nunca políticas sino sociales, aunque entiendo que la única manera de hacer llegar mis críticas y mis sugerencias en materia de bienestar social es en los lugares de poder e influencia, es por ello que utilizo los caminos que considero adecuados. Haré todo lo que esté en mi mano para hacer escuchar mi voz, otra cosa es que ésta se tenga en cuenta.

Creo que lo dejo claro en el apartado “sobre mí” de mi web donde hablo de mi postura ante la religión, la política, la igualdad y otros temas controvertidos socialmente, que lo único que hacen es mantener “ocupado” a la mayoría de la sociedad mientras otros deciden por ellos.

Si quieres que tu voz se escuche, no prediques en el desierto, hazlo donde tu opinión se pueda tener en cuenta.