domingo, 9 de octubre de 2011

PUTA


España es el país “desarrollado” con más consumo de sexo de pago de todo el mundo. De hecho, el negocio de la prostitución mueve unos 18.000 millones de euros al año en nuestro país, y hasta tal punto es significativo en la economía que el INE, (Instituto Nacional de Estadísticas) quiere contabilizarlo dentro del Producto Interior Bruto. En definitiva, uno de los negocios más rentables de la historia….

No quiero hablar de las mujeres que son obligadas a ejercer la prostitución por desalmados que las amenazan, a ellas o a sus familias, si se niegan a practicar la prostitución. Criminalizo esta práctica y no sólo a los que se enriquecen con ella sino también a todos aquellos “clientes”, que aun sabiéndolo, utilizan sus servicios fomentando esta práctica por parte de sus explotadores, ya que si hay demanda conseguirán el producto de una manera u otra, aunque sea extorsionando o aprovechándose de las miserias de algunas pobres mujeres que necesitan escapar de situaciones de absoluta pobreza en ocasiones, y que cuando se dan cuenta han sido víctimas de las redes de trata de personas. Este tipo de actuación está penalizado por el artículo 158 del Código Penal que persigue y castiga a todo aquel que obtenga beneficios de la prostitución ajena, aunque desgraciadamente, está claro que no consigue acabar con ella.

En España, la mitad de los hombres que acuden a la prostitución para satisfacer sus “necesidades” sexuales, están casados o conviven con su pareja, y cuatro de cada diez tienen hijos, será por eso que la mayoría callan o critican a las “putas” cuando se habla de la prostitución.

Para que la prostitución se lleve a cabo son necesarios dos actores: la “puta” y el “putero”, en caso de que la mujer esté siendo obligada o coaccionada para ejercer, el único a quien se debe de criminalizar es al hombre que sabiéndolo abusa de ella, porque en definitiva, es un delito penalizado por la ley obligar alguien a mantener relaciones sexuales en contra de su voluntad. En el caso de que sea un servicio que algunas personas solicitan y otras ofrecen libremente, es una transacción económica de mutuo acuerdo, donde no cabe inculpar a ninguna de las partes como no lo son en cualquier otro intercambio comercial.

Ayer acudí al “salón erótico” para asistir a una charla sobre prostitución a la que había sido invitada por Paula VIP, una scort a la que había entrevistado hace unos meses en el programa dedicado a "Sexo de pago". El salón, lleno a rebosar, -de erótico no tenía nada-, todo pornografía pura y dura, ¿acaso los organizadores que parecen saber tan bien como despertar la parte más libidinosa de la sexualidad no han leído el significado de ambos conceptos? Antes de llegar a la sala donde se hablaba sobre la prostitución, me topé con:

Un hombre que paseaba -atada con un collar de puntas- a una mujer, mientras la azotaba con una fusta a la vista de todos los asistentes recorriendo el recinto como si estuviese paseando a su perro. Viendo la mirada de algunos no dudé de que les hubiera gustado estar en su lugar.

Asistí estupefacta a un acto donde otra mujer, atada con cadenas a un poste, estaba siendo martirizada con pinzas para la ropa que colocaban en sus pezones y labios genitales, ignoro si en algún otro lugar porque no pude soportar esta visión y seguí mi camino.

También me paré perpleja ante un stand, donde una chica, después de haber divertido un rato al babeante público -masculino mayoritariamente-, con un vibrador que usaba con la visión más masculina que sobre el juguetito se tiene, -es decir penetración en todos los orificios posibles, ya que su fálica imaginación les limita para entender la verdadera sexualidad femenina-; se untaba con nata los genitales, para que algún chico del público lo lamiese; increíble la de voluntarios que había dispuestos, y más aún, la gente miraba extasiada al afortunado elegido.

En definitiva, viendo la exposición se podría llegar a varias conclusiones, que la mayoría de gente confunde erotismo con pornografía, o que los organizadores utilizan esta definición por ser más aceptada socialmente y atraer el máximo posible de público. Sin embargo, lo que sí quedaba latente es que se explotaba la parte más libidinosa de la sexualidad masculina, que la mujer -y algunos hombres- eran utilizados como meras máquinas de satisfacer instintos en muchos casos un tanto "desviados" como pegar, vejar, humillar, etc. Y sobre todo me sorprendió esa adoración al falo que se transformaba en formas acarameladas de piruletas y chupa-chups (nunca mejor dicho).

¿Donde está la responsabilidad social de cualquier acto público donde se desvirtua la sexualidad de la mayoría de los humanos? ¿Por qué no se transmite respetar a la pareja durante cualquier intercambio incluido el amoroso? ¿Acaso no se dan cuenta de que este tipo de actuaciones pueden ser consideradas "normales" por la naturalidad y facilidad con que se exponen y entenderlo como métodos de actuación?... O lo que es peor, ¿Acaso sí lo saben e intentan sacar lo peor que todos llevan dentro?...


Cuando conseguí salir de mi estupor, pude llegar a la sala donde una “puta” hablaba de su profesión con la cabeza bien alta. Una mujer culta, hija, esposa durante muchos años, madre de un hijo, hermana, amiga de sus amigos y que ejerce esta profesión libremente, porque prefiere hacer este trabajo y ser selectiva con los hombres con los que mantiene relaciones, antes que soportar el manoseo o abusos al que están sometidas muchas empleadas que cobran al mes lo que ella en un día, y que tienen que acceder por miedo a perder su trabajo.

Durante la charla tuve la oportunidad de conocer a varias “putas” más: agradables, educadas -una de ellas con varias carreras y un doctorado-. Reflexionando de vuelta a casa sobre todo lo que escuché y vi en ese “salón erótico” me preguntaba, ¿son realmente esas mujeres las que merecen ser criminalizadas y criticadas constantemente?, ¿son ellas las culpables del deterioro moral de nuestra sociedad, o tal vez lo son los que para regocijo de todos los asistentes en el salón denigraban, vejaban y humillaban con sus actuaciones no sólo a las mujeres -y algunos hombres-, sino que desvirtuaban la verdadera sexualidad con una visión totalmente falócrata de las relaciones sexuales?....

2 comentarios:

  • Cliente X dijo...

    Me agrada que te interese el tema de la prostitución y que hayas conocido a Paula, como ella también estoy tratando de mostrar cómo es este mundo y desmitificar ciertas creencias tan falsas como extendidas. Yo lo hago desde la perspectiva del cliente, que veo que te interesa particularmente.

    Además quiero invitarte a una reflexión. Si es una actividad tan lucrativa (que lo es, pero hay otras que lo son más como la banca) ¿por qué crees que se mentiene en la actual legalidad? ¿por qué el sector público no busca, formalmente, obtener recursos vía impuestos de ella? ¿no se te hace extraño?

    Un saludo y espero que sigas informándote sobre el apasionante mundo de la prostitución.

    carmenrobles dijo...

    Ojalá pudiese yo tener la respuesta y ayudar a legalizar a un colectivo profesional que considero tan digno como otro cualquiera (siempre y cuando sea un intercambio comercial al que se llega libremente), y también, por descontado, perseguir y erradicar a las mafias que se enriquecen con la trata de mujeres y todas las miserias que conlleva.

    Tuve la oportunidad de conocer a Paula cuando la entrevisté en el programa de radio "Entre sexos anda el juego", en el programa dedicado a sexo de pago. A parte de aprender muchas cosas que ignoraba, conocí a una gran persona que me hizo admirarla como mujer.

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