lunes, 5 de noviembre de 2012

El poder de la danza africana

Siempre me ha atraído la expresión corporal y las danzas han sido para mí una maravillosa manera de transmitir emociones y situaciones.

Este sábado tuve la oportunidad de asistir a la fiesta organizada por una asociación de senegaleses y, como siempre, me quedé anonadada de la fuerza que transmiten en sus danzas imposibles para mí de ejecutar.

Me llamó especialmente la atención una niña de sólo un año de edad, a la que durante gran parte del acto tuve en mi regazo mientras su madre bailaba. La niña, que apenas sabía caminar, animaba con sus manitas y saltaba al suelo para ejecutar su particular danza sin apenas aguantarse de pie.

Por suerte se conformó con enredar sus deditos en mi cabello y no intentó, como hacía con su madre, meter la mano en el escote para sacar el pecho y mamar. Está claro que la danza se lleva en la sangre y responde al sonido de los tambores.

Para finalizar, una cena compartida, preparada por algunas mujeres, a base de cordero para celebrar en grupo el reciente Tabaski (fiesta del cordero). Una vez más me sentí afortunada por la generosidad de los senegaleses que me permiten compartir sus fiestas y sus valores

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