Habemus Mama?
Nunca fue religiosa, pero desde pequeña intento ser buena persona y vivir de acuerdo a mis principios de equidad y respeto, respetando también los principios y creencias de los demás.
Nunca he entendido a los religiosos, de hecho, desde niña y a golpes, ellos me obligaron no sólo a no “creer” sino a dudar seriamente sobre lo que representan, su mensaje y el beneficio que aportan a la sociedad, predicando algo que después no cumplen.
Estoy segura que existen buenos religiosos, espero que el nuevo Papa lo sea y actúe según se le presupone al representante de Dios en la tierra. Espero que se atreva a limpiar “la casa de Dios”, apartando a los violadores, corruptos y todos aquellos que salpican de escándalos a la iglesia.
Yo ya no soy la niña a la que pegaba con la regla el religioso de turno que hablaba de bondad mientras a golpes intentaba imponernos sus creencias. Pero aún hoy día sigo sin encontrar razones para:
Admirar a quien transmite los beneficios de la austeridad, y después vive en la opulencia.
Creer en quien habla de ayudar al pobre y después se dedica a acumular riquezas.
Dar crédito a quien debería defender al débil y después se destapan las múltiples violaciones que han llevado a cabo.
¿Cómo creer en una institución dónde sólo se tiene en cuenta la opinión de los hombres, y que siguen usando a las mujeres como criadas, vestidas de monjas para la ocasión?
No sé si el nuevo Papa conocerá a Teresa Forcades o
Sor Lucía Caram
Pero tal vez debería orar menos y escuchar más a personas con un conocimiento de la sociedad mucho más real y actual que el de los cardenales que le rodean habitualmente, dedicados a rezar, tener audiencias y relacionarse con políticos y “bienestantes” que pretenden ganarse el cielo a golpe de misa y talonario, mientras en la tierra se dedican a aprovecharse del prójimo para beneficio propio.
Es una utopía, pero ojalá algún día podamos decir Habemus Mama, o por lo menos las mujeres puedan acceder también a “asesoras” de la iglesia, así se tendrá en cuenta la opinión y necesidades de la mitad de la población, que hasta ahora analizan, si lo hacen, desde un punto de vista masculino -machista en este caso- y no femenino.