lunes, 22 de diciembre de 2014

La mujer invisible

Como tantas otras veces que coincido con mujeres –en evento de cualquier tipo, sobre todo organizado por féminas– entre los temas de debate está el de la invisibilidad de las mujeres a partir de cierta edad. No comparto esta visión que tantas defienden y esto me ocasiona muchos quebraderos de cabeza y defender mi punto de vista más de lo que quisiera.

A mi humilde entender, fruto de la experiencia propia y la observación de terceras, la invisibilidad no es una cuestión de edad sino de falta de madurez y aceptación, que nunca afecta a las inteligentes y seguras de sí mismas, ya que ellas siempre son visibles y dejan huella por donde pasan.

Son dos los problemas, según he podido confirmar a lo largo del tiempo, de aquellas a las que la edad hace invisibles según ellas. El primero es que no aceptan sus arrugas que, en definitiva, no son otra cosa que madurez y, en consecuencia, degeneración de la materia de un cuerpo que cada vez es menos joven, ágil, fuerte, flexible, sano…

El segundo es que no evolucionaron ni se enriquecieron con la experiencia y la sabiduría que la madurez proporciona, y que consigue la admiración y el respeto de jóvenes y coetáneos en sus acciones y opiniones cada vez más certeras.

El tiempo no se puede detener, aquellas personas que dedicaron su vida a intentar que el paso de los años no dejase huella en su cuerpo, no sólo no lo consiguieron sino que no aceptan ni disfrutan la realidad del momento que viven.

Las mujeres que conozco y se consideran “invisibles”, suelen ser personas que se han centrado en las mermas y no en las mejoras que han adquirido con el paso de los años. Personas que se apoyaron demasiado en la estética de sus cuerpos, bien en su carrera profesional o relaciones personales y, ahora que la lozanía quedó atrás, ya no disponen de su máximo atractivo porque no han sabido cultivar otros mejores.

La mujer, a partir de cierta edad, no sólo no es invisible sino que sabe mostrar y dar lo mejor de sí misma, tanto a nivel intelectual como físico, personal y profesional, social e íntimo y, por descontado, sexualmente.

Las mujeres seguras de sí mismas son totalmente visibles donde deben de serlo y lo son por sus actitudes y aptitudes, contrariamente de las que pretenden “competir” o mantenerse en “mercados” que ya no son los suyos naturales y que lo único que consiguen muchas veces es ponerse en evidencia.

martes, 16 de diciembre de 2014

VI AFTERWORK

Reunión de lujo de profesionales y aventureros que demuestran la importancia de perseguir los sueños aunque éstos puedan parecer imposibles.

Los que estamos acostumbrados a asistir a conferencias, bien como espectadores o ponentes, sabemos que no es fácil mantener la atención de los oyentes durante demasiado tiempo. Conseguir estar tres horas sentados sin perder el interés es un éxito de los organizadores, apd en este caso, que nos obsequiaron con un ramillete variado de oradores y materias.

Presentado por Leo Harlem y con las experiencias de Luis Galindo, Maria Belón, J. Mª Gay de Liebana, Mónica Mendoza, Jesús Calleja y Juan Carlos Cubeiro, los asistentes reafirmamos que atravesamos tiempos difíciles, pero que incluso en estos momentos, es posible llegar a conseguir los objetivos si se es realista y trabaja duro para conseguirlo.

Gracias a APD por la organización del VI Afterwork.

PERLAS escuchadas y aplaudidas:

No se puede enseñar nada a quien no quiere aprender.

que luchan por ser protagonistas de su vida, hacen que las cosas sucedan.

Entrénate para ser la persona que quieres ser.

¿Qué tengo que hacer hoy para conseguir lo que deseo mañana?

Nunca es tarde para esforzarte en ser lo que puedes llegar a ser.

Soy el dueño de mi alma “Nelson Mandela”

lunes, 15 de diciembre de 2014

¿La palabra "lucha" es negativa?


Estas semanas, y como siempre en estas fechas, las organizaciones y grupos de trabajo en los que participo acostumbran a organizar las últimas reuniones del año. Algunos aprovechan para hacer balance y compartir los resultados del periodo, otros para proponer nuevos retos y marcar objetivos, y los más, simplemente compartir reflexiones, chequear opiniones y crear nuevas inquietudes y líneas de trabajo.

En este último caso se encuentra la mesa de trabajo organizada por la FUNDACIÓ Cat Dem , con la participación de representantes de las áreas de la cultura, las asociaciones y la política, así como la presencia de Montse Gatell , presidenta del Institut Català de les Dones donde se compartía y analizaba el trabajo de Sílvia Requena “EL LIDERATGE DE LA DONA EN LA NOVA CIUDADANIA”, título que podía prestarse a equivocación, pero que por su contenido dejaba claro se refería a la nueva sociedad que se está gestando.

Todos los asistentes, hombres y mujeres, coincidíamos en sensibilidad y objetivos, así como en el deseo de trabajar para crear un mundo mejor, superando los obstáculos y derribando barreras para conseguir este reto. Coincidimos también en que la democracia no es perfecta, pero sí tiene la voluntad de conseguirlo y por ello debemos trabajar para hacerlo posible.

La sesión de trabajo estaba pensada para avanzar y recopilar ideas de cómo crecer más para repartir mejor en un estado de bienestar, repartiendo en igualdad entre personas, premiando la meritocracia y el esfuerzo, independientemente del sexo de quien consiga los logros.

Estuvimos de acuerdo también en que hay un estilo de liderazgo típicamente femenino, caracterizado por grandes dotes de persuasión, donde la mujer directiva estimula al detalle cada uno de los potenciales de la unidad para que aporte lo mejor al equipo, la comunidad, la sociedad…

Por mi parte observé, y así lo mencioné, que la palabra “lucha” en vez de “trabajo”, aparece demasiado en discursos y mensajes que ya están obsoletos e inadecuados para la etapa que estamos viviendo y los cambios que pretendemos instaurar.

A mi entender, la palabra “lucha” genera rechazo en quien la escucha y, en muchos casos, bloqueo y negación del mensaje que queremos transmitir. La crítica y la criminalización, implícita muchas veces en el vocabulario adquirido en épocas anteriores, sigue generando desconfianza y falta de colaboración, algo necesario para conseguir propuestas y acciones conjuntas para que la sociedad avance con una visión e influencia “igualista” y no machista o feminista, porque ambas son negativas para una sociedad en equilibrio.

La mayoría de las mujeres no son una subesencia ni complemento del hombre, sino un ente independiente, a la que debemos evitar victimizar, si realmente deseamos que todas las personas sumen en vez de complementarse, rompiendo el círculo vicioso en el que aún nos empeñamos en permanecer muchas veces.

Todas las personas tienen derecho a recibir la educación y formación necesaria para desarrollar sus capacidades y aportar lo mejor de sí a la sociedad. La primera fase empieza en la infancia a través de la educación y el ejemplo familiar. Los padres somos responsables de la “programación” neurolingüística de los futuros dirigentes de la sociedad, si nuestros mensajes o conducta son incoherentes, no sólo les estaremos creando conflictos, sino patrones de conducta que seguirán recreando los roles que criticamos.

Tal vez muchas mujeres que “luchan” por la igualdad de la mujer, deberían ser coherentes y renunciar a la protección económica de sus parejas, para poder hablar con propiedad y conocimiento de lo que sienten las demás. Lo mismo que muchos hombres que “colaboran” en el mantenimiento del hogar, deberían preguntarse si les gustaría el mismo trato para sus hijas o tener una pareja como él para sí mismo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Crisis en Navidad o Navidad en crisis?

Hay días en que a pesar de las inclemencias meteorológicas tengo la necesidad de salir a pasear por la ciudad. Hoy era uno de esos días y, a pesar de la incesante llovizna, decidí calzarme unas zapatillas, enfundarme el chubasquero y salir a recorrer las calles de Barcelona antes de las aglomeraciones navideñas.

Entro en el metro y consigo sentarme. Concentrada en jugar con mi teléfono, detecto de reojo un movimiento extraño, levanto la mirada alertada y sorprendida. Un hombre se arrodilla en el suelo del vagón y lo examino mientras habla “señores, ayúdenme por favor, tengo dos hijos y hace tiempo que no trabajo”. Se le ve famélico, mirada triste y al borde de las lágrimas.

Bajo la mirada conmovida, pero sin poder hacer nada, segura que a lo largo de la tarde encontraré algunas personas más pidiendo, clase media profesional que hace unos años lo tenían todo y hoy, sin trabajo, no tienen nada; y, por perder, han perdido hasta la esperanza.

Salgo del metro y sigue lloviendo, camino unos pasos y me paro impresionada por la iluminación de la calle Balmes; miles y miles de bombillas encendidas ¿cuántas familias se podrían alimentar con la electricidad que consumen en una hora?

El Passeig de Gràcia está lleno de gente, que preparan elegantes carpas llenas de ropas, bebidas y tapas. Bellas azafatas esperan la llegada de los clientes y curiosos del Shopping nitght, destinado a estimular el deseo por las compras Navideñas.

En mi caso no es así, sólo salí a caminar y los imputs que recibo no me estimulan demasiado; sigo caminando por las calles iluminadas sorteando la marea de paraguas y, como imaginaba, me he cruzado con otra persona que pedía limosna sentada sobre unos cartones mojados. Miro hacia el cielo adornado con bombillas de colores, iluminando por igual a ricos y pobres; ricos cada vez más ricos y clase media profesional, cada vez más pobres.

Cansada de tantos contrastes y sin poderme evadir, decido volver a casa. Dos horas y media más tarde, diez quilómetros y 400 calorías después entro en el metro nuevamente. Consulto mis correos electrónicos para hacer más llevadero el trayecto, entre los que hay uno de una Personal Shopper ofreciéndome sus servicios y, que sin poderlo evitar, me arranca una irónica sonrisa después de todo lo visto.

Una música de acordeón llama mi atención, en ese momento entran dos niños de unos doce y ocho años tocando un villancico “pero mira como beben los peces en río”, mientras el pequeño pasa un vaso de papel invitándonos a poner unas monedas dentro, el mayor sigue tocando “pero mira como beben por ver…..” Desaparecen dos paradas después sin haber conseguido una limosna, posiblemente porque la situación de los pasajeros no es mucho mejor.

Cuando abandono el tren, tarareando inconscientemente la musiquita del villancico, por megafonía se escucha “Por su seguridad, esta estación está dotada de cámaras de videovigilancia”. En ese momento, y por no sé qué extraña asociación de ideas, llego al límite y me indigno: ¿dónde narices estaban las cámaras de videovigilancia cuando los bancos, los corruptos y los amiguísimos nos robaban y estafaban impunemente? ¿No son ellos los responsables de la situación desesperante en que se encuentran muchas de las personas con las que me he cruzado hoy?

Mi primera experiencia navideña no ha sido muy buena, es uno de esos momentos en los que te gustaría desaparecer por un mes en una isla desierta o hacerme anacoreta hasta que pasen las fiestas, esas fiestas donde tienes que parecer feliz, comer como si no lo fueses a hacer nunca más y felicitar a personas que incluso te caen fatal. Mientras, las diferencias se apreciarán mucho más, pero muchos no se atreverán a confesar su infelicidad porque nadie les entendería, porque en Navidad todas las personas parecen estar obligadas a ser felices.