La importancia del idioma
Este viernes, a pesar de ser fiesta, tenía una reunión importante como muchos otros fines de semana y días de fiesta que aprovecho para ver a personas que sería imposible reunir en días laborables.
Me sorprendió, al dirigirme al metro, encontrarme con personas envueltas en banderas españolas, hasta que recordé que se había convocado una concentración con motivo de la hispanidad.
Mi comida-reunión, con cinco personas más, transcurrió como siempre en un buen ambiente: comida africana, vino con alcohol y sin él postres típicos y, como no podía ser de otra manera objetivos comunes y buenas intenciones.
Excepto yo, todos eran africanos y, lo que seguramente sorprendería a muchos, aunque para mí es normal, es que nuestras conversaciones pasaban del catalán al castellano y al francés sin que nos diésemos cuenta, dependiendo de quién tuviese la palabra. Las únicas veces que yo no les seguía era cuando, sin darse cuenta, cambiaban al wólof o mandinga, bastaba que yo levantase la mano para que se diesen cuenta que no entendía nada y volviesen a uno de los idiomas en los que yo me comunico habitualmente.
Por la noche, mientras escuchaba en las noticias a los políticos dar su valoración sobre la concentración del medio día, no podía evitar preguntarme, ¿en qué país vivo?, ¿acaso los políticos y la mayoría de los ciudadanos vivimos en países diferentes?, al final pensé que la única diferencia es que yo no vivo de la política y ellos sí, sin importarles decir una cosa un día y al otro, otra totalmente diferente.
Tengo muchos conocidos y algunos, pocos, amigos políticos, con los que cuando hablo de tú a tú, coincidimos en muchos aspectos, lo que no consigo entender es que porqué cuando hablan en representación de su partido pierden su propia identidad. Qué pena que los intereses políticos pierdan a algunas personas haciéndoles olvidar los intereses sociales en los que muchos creen y que supuestamente defienden.
Seguiré expresándome en catalán, en castellano y en francés, ojalá dominase muchos más idiomas, desgraciadamente no es así, pero sigo creyendo que el idioma no es una barrera para las personas inteligentes: cuando quieren entenderse el idioma es lo menos importante, si son inteligentes sabrán encontrar un lenguaje común.
Me sorprendió, al dirigirme al metro, encontrarme con personas envueltas en banderas españolas, hasta que recordé que se había convocado una concentración con motivo de la hispanidad.
Mi comida-reunión, con cinco personas más, transcurrió como siempre en un buen ambiente: comida africana, vino con alcohol y sin él postres típicos y, como no podía ser de otra manera objetivos comunes y buenas intenciones.
Excepto yo, todos eran africanos y, lo que seguramente sorprendería a muchos, aunque para mí es normal, es que nuestras conversaciones pasaban del catalán al castellano y al francés sin que nos diésemos cuenta, dependiendo de quién tuviese la palabra. Las únicas veces que yo no les seguía era cuando, sin darse cuenta, cambiaban al wólof o mandinga, bastaba que yo levantase la mano para que se diesen cuenta que no entendía nada y volviesen a uno de los idiomas en los que yo me comunico habitualmente.
Por la noche, mientras escuchaba en las noticias a los políticos dar su valoración sobre la concentración del medio día, no podía evitar preguntarme, ¿en qué país vivo?, ¿acaso los políticos y la mayoría de los ciudadanos vivimos en países diferentes?, al final pensé que la única diferencia es que yo no vivo de la política y ellos sí, sin importarles decir una cosa un día y al otro, otra totalmente diferente.
Tengo muchos conocidos y algunos, pocos, amigos políticos, con los que cuando hablo de tú a tú, coincidimos en muchos aspectos, lo que no consigo entender es que porqué cuando hablan en representación de su partido pierden su propia identidad. Qué pena que los intereses políticos pierdan a algunas personas haciéndoles olvidar los intereses sociales en los que muchos creen y que supuestamente defienden.
Seguiré expresándome en catalán, en castellano y en francés, ojalá dominase muchos más idiomas, desgraciadamente no es así, pero sigo creyendo que el idioma no es una barrera para las personas inteligentes: cuando quieren entenderse el idioma es lo menos importante, si son inteligentes sabrán encontrar un lenguaje común.
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