domingo, 10 de junio de 2012

Pequeña lección de Economía


Reconozco que la ingeniería financiera no es mi fuerte, pero no es necesario ser un experto economista para ver cuando nos quieren meter gato por liebre. Lo que me sorprende –los políticos aún tienen la capacidad de sorprenderme–, es que alguien sea capaz de no ruborizarse queriéndonos hacer creer que nos van a prestar dinero sin condiciones. Claro que habrá condiciones y espero que sean severas, yo las impondría.

Por ejemplo, que se nombren gestores independientes y capacitados y no amigos o familiares de nadie que se dedique a la política. Y, sobre todo, que aquellos que asumen la responsabilidad de un banco o entidad pública, si ésta quiebra, paguen su mala gestión respondiendo con sus bienes, igual que pasa con los pequeños empresarios que se ven obligados a cerrar sus empresas y pierden también sus casas. Tal vez así se lo pensasen antes de aceptar esa responsabilidad y meditasen algunas decisiones. Ellos y sólo ellos deberían pagar la situación que han creado, el resto de la sociedad no tiene la culpa.

No es justo, y tampoco debería ser lícito, que al gestor de una pequeña empresa (empresario, emprendedor, autónomo), se le castigue por su mala gestión o visión de negocio, que apenas perjudicará a nadie más que a él mismo y a su familia, y que alguien que es contratado muchas veces con dinero público por sumas astronómicas, se vaya de “rositas” con las también astronómicas indemnizaciones. ¿Indemnizaciones porqué?, ¿por llevar a la bancarrota y hundir en la miseria a millones de familias?

Mientras en este país no se premie la meritocracia y se castigue la incompetencia en la misma medida para todos, no confiaremos en nuestras instituciones ni en nuestros representantes, que seguirán recortando los sueldos y las asignaciones para educación y la sanidad –excepto las suyas propias, claro–. Seguiremos siendo desahuciados, nuestros hijos no podrán ir a la universidad y los que tienen dinero –porque algunos lo tienen– lo seguirán sacando del país y enviando a sus hijos a exclusivas universidades extranjeras.

Una manera sencilla de entender la situación actual que me explicaron el otro día.

Un señor llama a un hotel para reservar habitación para una semana.
El director del hotel, confiando en los futuros ingresos, decide pagar lo que le debe al carnicero (500€).
El carnicero, cuando cobra los 500€, recuerda que debe unas reformas y le paga al albañil que las hizo.
El albañil coge los 500€ y llama a la prostituta con la que acostumbra a ir de vez en cuando y a la que le debe unos cuantos “servicios”.
La prostituta debía 500€ al hotel donde va con algunos clientes, así que coge el dinero y salda su deuda.
Mientras el director del hotel guarda el dinero, llama el cliente inicial para anular su reserva. ¿Y ahora, qué?, pues curiosamente el director está contento porque la prostituta ha saldado su deuda y vuelve a tener el dinero inicial aunque él pudo pagar al carnicero, que a la vez pagó al albañil y éste a la prostituta.

Tal vez parezca frívolo, pero es real: no hay como tener expectativas para que el dinero fluya. Si creyésemos que vamos a mantener nuestro trabajo y cobrar cada mes, compraríamos casas de nuevo, cambiaremos de coche, pagaremos la universidad de nuestros hijos e incluso podríamos volver a ir de vacaciones.

Alguien tendría que explicar este pequeño chiste a los grandes expertos que llevan la economía de nuestro país, a veces todo es más sencillo de lo que parece. Claro que tal vez a ellos se les ocurriría aplicar una quita a cada acreedor, con lo cual el dinero se perdería por el camino; o intereses a cada deudor, con lo que la deuda se multiplicaría. Eso sí, por aplicar ese efecto multiplicador o divisor, los ingenieros financieros se embolsarían más de 500 €.

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