Amor maduro
De vez en cuando asisto a conferencias donde se habla de amor, de sexo, de erotismo o cualquier otra materia que considere puede aportarme algo para mejorar mi trabajo, con el ánimo de que me resuelvan la clave de cómo llegar a encontrar parejas “ideales” para mis personajes.
No es fácil, pero alguna vez me sorprende gratamente la facilidad con que el ponente transmite temas con los que los asistentes no siempre están de acuerdo. En este caso aplaudo la profesionalidad con que el escritor, sexólogo y conferenciante Antonio Bolinches, hizo una “radiografía” desesperanzadora de la realidad de las parejas en los diferentes etapas de la relación. Y, al final, llego a la conclusión de que es prácticamente imposible.
Según el sexólogo:
La mujer hace más inversión sentimental y se crea más expectativas que el hombre, por lo tanto, también suele ser la que se siente más desencantada si éstas no se cumplen y suele tomar la iniciativa de acabar una relación.
Las mujeres se enamoran de manera admirativa, alegrándose de los éxitos y progresos de sus parejas.
El hombre se enamora de los rasgos físicos y la comodidad relacional (poder estar con el otro sin divorciarse de uno mismo).
Los hombres se sienten intimidados por el éxito de sus parejas, por lo tanto, un exceso de valores en una mujer puede convertirse en un defecto a los ojos de una futura pareja.
En las mujeres, cuantos más valores tienen más dificulta que los hombres se enamoren de ellas. En los hombres, tener valores lo facilita.
Los hombres llegan a su cumbre sexual entre los 25 y los 30 años, las mujeres llegan a su mayor plenitud sexual entre los 45 y los 50 años.
En la madurez uno se enamora de las personas que le gustan dentro de las que le convienen.
Para que una relación tenga ciertas garantías debe cumplir tres reglas básicas.
• 1º acoplamiento sexual o código sexual compatible.
• 2º Una frecuencia válida para las dos partes (el que siempre toma la iniciativa llega un momento en que no se siente deseado, el que siempre acepta se acaba sintiendo acosado). No importa cuál es la frecuencia, pero debe de ser parecida en ambos.
• 3º Ritual: debe haber una buena concordancia en el proceso, si lo que le gusta al uno no le gusta al otro, el uno reprime lo que al otro no le gusta e inhibe su propia excitación.
Según estos datos, y por mi edad, debería gustarme para poder enamorarme y tener ciertas garantías de éxito un hombre:
Con un código sexual compatible, una frecuencia sexual parecida a la mía y un ritual concordante en el proceso. O sea unos ¿30 años?
Que me quisiese porque me necesita y que no se sintiese intimidado por mis valores, cosa que con 30 años veo difícil.
Es difícil querer a quien se quiere demasiado a sí mismo y también a quien se valora poco. Por lo tanto, con biorritmos tan distantes y expectativas tan dispares, está claro que es difícil elegir con la cabeza según las conveniencias, tendremos que seguir dejando que el corazón siga haciendo su trabajo aún a riesgo de equivocarse, después de todo quien no fracasa no madura.
No es fácil, pero alguna vez me sorprende gratamente la facilidad con que el ponente transmite temas con los que los asistentes no siempre están de acuerdo. En este caso aplaudo la profesionalidad con que el escritor, sexólogo y conferenciante Antonio Bolinches, hizo una “radiografía” desesperanzadora de la realidad de las parejas en los diferentes etapas de la relación. Y, al final, llego a la conclusión de que es prácticamente imposible.
Según el sexólogo:
La mujer hace más inversión sentimental y se crea más expectativas que el hombre, por lo tanto, también suele ser la que se siente más desencantada si éstas no se cumplen y suele tomar la iniciativa de acabar una relación.
Las mujeres se enamoran de manera admirativa, alegrándose de los éxitos y progresos de sus parejas.
El hombre se enamora de los rasgos físicos y la comodidad relacional (poder estar con el otro sin divorciarse de uno mismo).
Los hombres se sienten intimidados por el éxito de sus parejas, por lo tanto, un exceso de valores en una mujer puede convertirse en un defecto a los ojos de una futura pareja.
En las mujeres, cuantos más valores tienen más dificulta que los hombres se enamoren de ellas. En los hombres, tener valores lo facilita.
Los hombres llegan a su cumbre sexual entre los 25 y los 30 años, las mujeres llegan a su mayor plenitud sexual entre los 45 y los 50 años.
En la madurez uno se enamora de las personas que le gustan dentro de las que le convienen.
Para que una relación tenga ciertas garantías debe cumplir tres reglas básicas.
• 1º acoplamiento sexual o código sexual compatible.
• 2º Una frecuencia válida para las dos partes (el que siempre toma la iniciativa llega un momento en que no se siente deseado, el que siempre acepta se acaba sintiendo acosado). No importa cuál es la frecuencia, pero debe de ser parecida en ambos.
• 3º Ritual: debe haber una buena concordancia en el proceso, si lo que le gusta al uno no le gusta al otro, el uno reprime lo que al otro no le gusta e inhibe su propia excitación.
Según estos datos, y por mi edad, debería gustarme para poder enamorarme y tener ciertas garantías de éxito un hombre:
Con un código sexual compatible, una frecuencia sexual parecida a la mía y un ritual concordante en el proceso. O sea unos ¿30 años?
Que me quisiese porque me necesita y que no se sintiese intimidado por mis valores, cosa que con 30 años veo difícil.
Es difícil querer a quien se quiere demasiado a sí mismo y también a quien se valora poco. Por lo tanto, con biorritmos tan distantes y expectativas tan dispares, está claro que es difícil elegir con la cabeza según las conveniencias, tendremos que seguir dejando que el corazón siga haciendo su trabajo aún a riesgo de equivocarse, después de todo quien no fracasa no madura.
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